Esclavos de nuestros pensamientos

Las personas, en general, tendemos a reflexionar y buscar una explicación a determinadas situaciones que nos preocupan. Es un proceso natural dar coherencia y sentido a lo que nos pasa, proporcionándonos de alguna manera cierta sensación de seguridad, tranquilidad y control.

Sin embargo, en la vida se pueden producir determinadas situaciones difíciles o complicadas, tales como; problemas de trabajo, separación de la pareja, la muerte de un ser querido, una discusión dolorosa, o incluso, sin ir más lejos, la situación en la que nos vemos inmersos en la actualidad… que si no sabemos manejar adecuadamente, en lugar de dar un sentido o una respuesta eficaz al problema, puede generarnos una tendencia a rumiar y  preocuparnos, alimentando con ello un malestar general que nos acabará avisando.

Ante situaciones o circunstancias que no acabamos de asimilar o aceptar, la tendencia a pensar y preocuparse en exceso puede acabar convirtiendo nuestra mente en esclava de sus pensamientos, en la que toda lucha, negación o rechazo de éstos provocarían un efecto rebote y, consecuentemente, aumentarían el número y la intensidad de estas preocupaciones.

Un exceso de atención en nuestros pensamientos podría acabar interfiriendo negativamente en nuestro día a día; afectando nuestra capacidad de atención y concentración, la relación interpersonal con los que nos rodean, aumentando la probabilidad de errores y dificultando la solución efectiva de los problemas que, al mismo tiempo, contribuirían a sentimientos de impotencia y de incapacidad para poder controlar las situaciones y las circunstancias de la vida.

Hay estudios científicos que demuestran que durante el día nuestro cerebro procesa diariamente unos 60.000 pensamientos, de los cuales el 94% se repiten y un 70% son negativos. Este hecho indicaría la gran dificultad que tenemos las personas para crear pensamientos nuevos que sean constructivos y que a la vez favorezcan nuestro bienestar.

No debemos olvidar que de la misma manera que alimentamos nuestra salud física con todo lo que comemos, en buena parte, también alimentamos nuestra salud mental con todo lo que pensamos o nos decimos, pudiendo llegar a beneficiar o afectar nuestro bienestar mental.

Nuestra personalidad, las experiencias vividas, las relaciones y las influencias que establecemos con el entorno y las personas con quien vivimos, juegan un papel determinante en lo que pensamos. Evidentemente, no siempre podemos controlar o escoger todo lo que pensamos, pero si podemos llegar a tomar conciencia, elegir cuál será nuestra actitud y, en consecuencia, adoptar la mejor manera de abordar y gestionar estos pensamientos en nuestra vida.

En la situación actual, en medio de una pandemia mundial, la incertidumbre y el confinamiento han empezado a hacer mella en la salud física y mental de los seres humanos. Es justo ahora cuando el pensamiento positivo es clave para combatir la ansiedad y el estrés generado

“Los pensamientos positivos nos llevan a ser más abiertos a las experiencias, a ser más flexibles, más creativos, a relacionarnos mejor con otras personas y eso a la vez, nos hace sentir bien. Sin embargo, las emociones positivas son difíciles de construir. Para generarlas de manera natural (y constante), podemos tener en cuenta algunas de estas pautas: 

Tiempo para uno mismo 

La familia y el trabajo son importantes para afrontar el confinamiento. Sin embargo, dedicarse tiempo a uno mismo también es clave. Para ello, se debe destinar -al menos- 20 minutos del día a realizar actividades que generen felicidad y satisfacción en uno mismo, como escuchar música o hacer ejercicios. 

Estilo de vida saludable

El ejercicio influye de forma positiva en el estado de ánimo y ayuda a reducir el estrés.

“El estrés mental está expresado con nuestro físico, y es él quien nos arroja pistas sobre lo que necesitamos a nivel mental”.

Para llevar un estilo de vida saludable, se debe realizar como mínimo 30 minutos de ejercicios al día. Este tiempo puede ser dividido en intervalos de 10 minutos, en el transcurso del día, para no interrumpir las actividades cotidianas. 

El pensamiento positivo no significa que no quieras ver la realidad o ignores las situaciones menos agradables de la vida. El pensamiento positivo solo significa que enfrentas lo desagradable de una manera más positiva y productiva. Crees que lo mejor va a pasar, no lo peor.

El pensamiento positivo suele comenzar con el diálogo interno. El diálogo interno es ese flujo interminable de pensamientos no manifestados que te pasan por la cabeza. Estos pensamientos automáticos pueden ser positivos o negativos. Parte del diálogo interno proviene de la lógica y la razón. Otra parte puede surgir de las ideas erróneas que tú creas por falta de información.

Si los pensamientos que te pasan por la cabeza son en su mayoría negativos, es más probable que tu perspectiva de la vida sea pesimista. Si tus pensamientos son mayormente positivos, es probable que tú seas un optimista, alguien que practica el pensamiento positivo.

Los beneficios para la salud del pensamiento positivo

Los investigadores continúan explorando los efectos del pensamiento positivo y el optimismo en la salud. Los beneficios para la salud que el pensamiento positivo puede proporcionar incluyen:

• Aumento de la expectativa de vida

• Menores tasas de depresión

• Niveles más bajos de angustia

• Mayor resistencia al resfriado común

• Mayor bienestar psicológico y físico

• Mejor salud cardiovascular y menor riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares

• Mejor capacidad de afrontar una situación difícil durante las dificultades y los momentos de estrés.