Encierra esas edades en las que acontece la transición entre la infancia y la adultez, donde se hace necesario un plus de responsabilidad, nuevas maneras de relacionarse con los demás, el desarrollo lo más normalizado posible de un autoconcepto válido y sano para el/la menor que va de la mano del sentido de identidad que llega para quedarse. A todo esto ligamos los roles intrínsecos que se esperan del adolescente para enfrentar la sociedad en la que evoluciona, muchas veces hasta sin entenderlos. Y, por si no fuera suficiente ya, a todo eso hay que añadirle un proceso de transformación física y cambio en el funcionamiento hormonal.
Desde luego, gestionar todos estos cambios no es sencillo y requiere de esfuerzo. Pero no nos equivoquemos, la adolescencia no tiene por qué ser una fase vital de fuertes altibajos psicológicos ni de crisis emocionales ni de identidad; no hay nada inherentemente doloroso en ella. Teniendo en cuenta esto, los padres, madres y educadores debemos saber que ver a los adolescentes sufriendo altos niveles de ansiedad no es ni debería ser normal, y que al detectar estos casos hay que ayudarles y tomar medidas cuanto antes.
Los trastornos de ansiedad más habituales, que no los únicos que pueden darse, entre los jóvenes son el trastorno de ansiedad por separación (TAS), la ansiedad social (AS), el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) y las fobias específicas (FE).
Siendo un poco reduccionista, os dejo una idea de lo que más les caracteriza a cada uno de éstos:
•TAS: miedo o ansiedad excesiva ante la separación de sus figuras de apego generándole malestar, preocupación y una gran resistencia hasta para salir o quedarse sol@.
• AS: miedo o ansiedad excesiva a las situaciones sociales en las que las que se está expuest@ a un posible examen o escrutinio del resto de personas.
• TAG: cuadro dominado por la preocupación excesiva ante diversidad de estímulos y eventos, acompañado de inquietud, fatiga, irritabilidad, tensión muscular, problemas de sueño e incluso dificultad para concentrarse.
• FE: miedo o ansiedad intensa ante un objeto o situación específica (agujas, animales, alturas, etc.)
Localizar estos síntomas y el malestar que generan es ganarle terreno a los efectos que pueden surgir si se acumulan en el tiempo, ya que es muy frecuente que acaben desencadenando síntomas depresivos comórbidos; lo que haría que el cuadro empeorase y con ello su calidad de vida, pudiendo llegar hasta sintomatología tan severa como la ideación suicida.
También son frecuentes los casos en los que se produce un exceso de ansiedad pero este no llega a conformar una psicopatología diagnosticable; que se trata por tanto de momentos en los que la ansiedad se acumula mucho y/o favorece que los jóvenes adopten patrones de comportamiento contraproducentes para intentar aliviar ese malestar.
En estos casos es importante saber que, no por no ser un trastorno como tal, la ansiedad elevada deja de ser un problema que necesita seguimiento y solución. Todo lo que conlleve ayudar a los jóvenes a regular adecuadamente sus emociones y no dejar que el estrés y la ansiedad les lleven a adoptar hábitos dañinos será un progreso para el mantenimiento de su salud mental.
Elementos que favorecen la aparición de ansiedad en los jóvenes
1. Ansiedad por buscar la aceptación del resto de jóvenes
El inicio de la adolescencia coincide con un periodo en el que los referentes de los jóvenes pasan de ser los padres a ser los demás jóvenes de edad similar, y en especial aquellos que son un poco mayores.
Esto suele generar un sentimiento de desorientación al tener que relacionarse desde unas coordenadas nuevas, adoptando varios comportamientos asociados al concepto de “lo popular” y, en ciertos casos, esto incluso lleva a algunos adolescentes a competir con los demás por captar la atención del resto, sin perderse las modas y la formas “correctas” de actuación. Buscar que la base de ese autoconcepto del que hablaba al inicio, se ajuste a cánones sociales aceptados en masa, puede ser de los primeros saltos hacia un malestar que no tardaría en hacerse notar.
2. Inseguridades con la propia imagen y/o identidad
Es de reseña especial la facilidad que los adolescentes tienen a la hora de desarrollar inseguridades relacionadas con su cuerpo y su imagen en general. Esto se da sobre todo en las chicas, quienes suelen experimentar una mayor presión social por ocultar lo que suele considerarse que son imperfecciones; de este modo, deben trabajar activamente por presentar siempre su mejor aspecto. Además, los cambios físicos rápidos y hasta cierto punto “desordenados” que experimenta el cuerpo de los adolescentes facilitan que muchos no se acepten tal y como son. Sabiendo esto, no sorprende que la adolescencia sea una etapa clave en la aparición de los trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia.
3. Los problemas para organizarse
Con la adolescencia no viene un mapa organizacional que los ayude a priorizar metas a largo plazo por delante de placeres y satisfacciones más a corto plazo. Esto les lleva en muchas ocasiones a posponer obligaciones, acumulando con ello responsabilidades que luego pueden sentir que les desbordan.
4. Inexperiencia en la gestión de los conflictos
Como padres nos gustaría, que al vivir la adolescencia, nuestr@s hij@s lo hicieran con una actitud constructiva y de consenso ante los problemas que se les presentan. Más allá de la realidad les acompañan sueños e ideales que no les dejan reaccionar muchas veces de la mejor forma, llevándoles a discusiones y crisis constantes con familia y amigos. Punto muy clave ante la eminente presencia posterior de la ansiedad que conlleva el sentir que no tienes recursos para solucionar “tus movidas”.
5. Dependencia de las nuevas tecnologías
La mayoría de adolescentes hace uso prácticamente diario de redes sociales, aunque solo sea para ver lo que publican los demás. De hecho, es a través de este medio como se enteran de la mayoría de novedades en su círculo de amigos o círculo social de referencia, minuto a minuto. Esto hace que, por ejemplo, el simple hecho de que se les termine la batería del móvil estando en la calle pueda llegar a producirles ansiedad.
¿Cómo ayudarles a superar este malestar?
1. Trabajar la auto-aceptación
Mi opinión personal en este primer punto es que debería ser trabajado desde muy pequeñit@s para lograr así que, una vez en la etapa adolescente, ya resulte más fácil verse y aceptarse con todo lo que les gusta de sí mism@s y encajen, sin tanta ansiedad todo aquello que añoran y/o adoran de lo ajeno.
2. Enseñarles técnicas de relajación
3. Apoyarles en sus aficiones
Los hobbies son una excelente manera de gestionar la ansiedad y con ellos desprenderse de los pensamientos intrusivos que inducen a la preocupación; por eso, como padres y madres debemos brindarles apoyo en las actividades con las que deciden pasar su tiempo libre, siempre y cuando seamos conscientes de su aporte y beneficio.
4. Ayudarles a organizarse
Proponer metas cercanas y con fácil acceso hará que ell@s cumplan horarios fijos y sepan que asumiendo sus responsabilidades podrán disfrutar más de su tiempo libre, con ello buscaremos que se comprometan a no posponer actividades y logren la satisfacción que les aporta sentir el control de su vida. Sé que suena a sueño idílico, es cierta la dificultad de instaurarles hábitos que cuadren con su “modo de vivir” pero merece la pena trabajar esto porque los resultados son muy relevantes en su desarrollo vital.
5. Darles herramientas para cuestionar la presión social
Fundamental y maravilloso a partes iguales es ayudarles a que desarrollen pensamiento crítico y se cuestionen las modas y las ideas que hay detrás de lo considerado “guay” porque así les facilitamos que no se sientan mal si alguna vez no encajan en eso e intentamos prevenir esa ansiedad que puede despertarse tras unas críticas mal encajadas en su esquema personal.
No estamos exentos de los juicios y opiniones de los demás y no saber qué hacer en esos momentos en los que eres tú, un/a adolescente particular, el que se ve envuelt@ en “esas movidas” puede desencadenar importantes problemas de salud mental, por ello, no miremos a otro lado.